Tostada

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(One shot)

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Antonio´s POV:

Con las pocas fuerzas que me quedaban de hoy, cogí el pomo de la puerta y lo giré, sonriendo para mis adentros al ver mi habitación tal y como la había dejado (todo bastante ordenado excepto por un plato encima de mi cama que contenía una tostada a medio terminar de tomate con aceite).
Suspiré, contento, mientras pensaba: "Justo donde la dejé por la mañana".
Me tumbé en mi cómoda camita, a la vez que con mis manos sostenía esa media tostada, mirando hacia el techo con los ojos en blanco.
Le dí el primer mordisco y mi rostro se iluminó.
-Realmente aún sabe delicioso..-dije sonriente,relamiéndome los labios-
Este momento era perfecto, yo en mi cuarto, tranquilo, disfrutando de una buena tostada..Lo único que faltaba era que Romanito viniera corriendo vestido de tomate y me suplicara que le enseñara a decir en español:"Quiero besar a mi jefe España, que me quiere tanto y además es fuerte y más genial que todos los demás juntos."
Me reí con la cara entera roja y luego pensé.:"pues va a ser que no"
Como que tendría que esperar mucho, muchísimo tiempo para que Romano quisiera decir algo así.-o más bien, nunca, si somos realistas-
Resignado, le dí otro bocado a la tostada fría.
Así, con la tostada en la mano, y en mis pensamientos, me podría quedar toda la noche..Pero no fue posible.
"Toc-toc".-Sonó alguien llamando a mi puerta.
..Se acabó la fiesta.-me dije,poniendo mala cara.
-Puedes abrir -grité,sin moverme-
Primero creía que se trataría del pequeño Romano, pero luego ví que era muy alto, entonces pensé que era Bélgica, pero luego habló con voz de hombre, pensé que era Holanda, pero..Pero..¿Qué querría hacer ese tío aquí?. No, no era Holanda, si fuera él no me saludaría tan formalmente como lo que escuché de esos labios finos.
-Spain, ¿estás ocupado? -el inglés de cabellos de oro y ojos de esmeralda abrió la puerta y asomó la cabeza con el semblante serio-
-¿Eh? -me levanté de la cama y dejé la tostada en el plato-Claro, pasa. Me parece raro que vengas, ¿ha pasado algo malo?
Arthur cerró la puerta tras él y se sentó en la silla de mi escritorio, moviéndola para que nuestros ojos se encontraran.
-No..Supongo que no es malo, eso creo...
Me sorprendí, ¿entonces para qué ha venido este tío aquí tan de pronto?.
-La verdad es que no tengo mucho que contar -prosiguió- sólo quería verte.
Me reí, poniéndome  la mano en el pecho.
-¿Verme?. Pues vaya cosa, esto sí que me parece raro. -le sonreí-
Las mejillas del rubio enrojecieron.
-Shut up, s-sólo quería preguntarte..Si me enseñas a cocinar..-titubeó, poniendo una carita de cachorrito que hizo que tuviera ganas de tocarle esos mofletes rojizos y aparentemente achuchables.-
Se me ablandó el corazón. ¿Quería que le enseñara a cocinar?.¿Yo?.
-No lo entiendo, podrías habérselo preguntado a Francis, él sabe cocinar muy bien.-saqué el tema, casi al instante-
El joven inglés se quedó dubitativo, con los ojos en blanco, y cuando divisó el plato que contenía mi tostada, con los ojos iluminados, alzó sus manos y la sostuvo entre ellas, a la vez que sus labios se acercaban al pan y pronto lo ví mordiendo mi preciada tostada, saboreándola lentamente, mordiéndola sin piedad ante mis verdosos ojos.
-Esta tostada no le saldría tan bien a Francis –dijo mientras seguía saboreándola en su boca- quiero que me enseñes a hacer esto.
Me quedé con los ojos abiertos como platos, perplejo.
-Agh, pero si es facilísimo hacer esa tostada..-murmuré, poniéndome una mano en la frente-
Arthur sonrió de forma arrogante, dejando el plato y la tostada en el escritorio de mi cuarto.
Se puso frente mía, demasiado cerca para mí. Sentía su aliento, el latido de su corazón..Olía el perfume que su piel blanca y lisa como el mármol poseía.
Bajé la mirada hacia mis brazos. Qué diferencia, mis brazos de color tostado contrastaban mucho con su piel tan clara.
Sentí sus manos en mi barbilla, haciéndome alzar la vista para poder mirarle a los ojos.
-¿Q-Qué quier…?-intenté decir, pero sus finos labios aplastaban los míos con rudeza-
Mi cabeza me repetía que debería apartarlo de mí, pero sus labios se sentían tan bien..No sé por qué tan de repente sus labios se estaban juntando con los míos, ya me lo explicaría mañana, pero, mientras tanto, aquella tostada casi acabada permanecía en el escritorio.